Submitted by Godofredo Fdez. on Mié, 17/11/2010 - 07:35
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Quiero dedicar este poema, leído y sentido del libro que me acompaña estos días, a mis padres, porque estoy seguro que ellos han sentido la belleza que derrama, con su extrema sencillez, mientras nos criaban, y nos dejaban marchar, a mi hermana y a mí.
Los hijos
Por favor, no hagan ruido
en la tranquilidad de este poema
escrito con la mano
del que cierra la puerta al apagar la luz.
Mis tres hijos acaban de dormirse.
Necesito el silencio para pensar en ellos.
Colores indelebles en un lápiz
de trazado infantil,
vuelven a dibujar