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06 abr 2016

El niño que pudo hacerlo

Siendo pequeño me aficioné a leer fábulas. Recuerdo que tuvimos, mi hermana y yo, un par de libros que recogían algunas de éstas escritas por diferentes autores. Va pasando el tiempo, pero sería capaz, poco a poco, de reconstruir casi todas ellas. Poco a poco porque si me lo propongo me bloqueo, pero de vez en cuando me vienen a la mente “llamadas” que me enganchan a una de ellas y en ese momento sí que soy capaz de recordarla completa, sin adornos pero con su desarrollo y su moraleja.

Esta: El gigante egoísta, suele visitarme a menudo. Y reconozco que cuando visualizo la imagen del niño, demasiado pequeño para subir al árbol, y al gigante… en fin, ¡ya nos conocemos! ;-)

Me gustan las fábulas porque van directas al corazón. Y porque tienen un mensaje claro y sencillo, muy habitualmente relacionado con la exaltación de alguna virtud: templanza o serenidad, sinceridad, generosidad, humildad, nobleza, etc.; o algún gesto o comportamiento de los que nos hacen humanos a aquellos que creemos serlo. Las considero un buen ejercicio para el alma.

Quizá por eso, ya con mis cuarenta ampliamente conquistados, sigo enamorado de ese género que, de forma ampliada, podríamos llamar “relatos cortos”. Como conclusión, tras muchas y extensas discusiones sobre el tema entre mi buen amigo Juanfer y yo, llegábamos a que un relato corto ha de ser como una flecha directa al corazón. Y que lo principal era que no se perdiera el ritmo: un comienzo fulgurante, impactante, que enganche al lector, un desarrollo trepidante y un final con un quiebro inesperado. Corrígeme si me equivoco, amigo (otro día os hablaré más de Juanfer).

Hoy os vuelvo a hablar de Eloy Moreno. Ya sabéis que este autor me impactó mucho con su Bolígrafo de gel verde y desde entonces intento seguirlo. Aquí también hablé de Lo que encontré bajo el sofá, que me gustó menos. Y ahora os presento este magnífico libro de “cuentos cortos” que merece visitar, sin ninguna duda, todas vuestras mesitas de noche: Cuentos para entender el mundo. Os animo a leerlo. Y os dejo una muestra para que veáis que son fáciles de encajar en un ratito libre.

El niño que pudo hacerlo

El niño que pudo hacerlo

Dos niños llevaban toda la mañana patinando sobre un lago helado cuando, de pronto, el hielo se rompió y uno de ellos cayó al agua.

La corriente interna lo desplazó unos metros por debajo de la parte helada, por lo que para salvarlo la única opción que había era romper la capa que lo cubría.

Su amigo comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero al ver que nadie acudía buscó rápidamente una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas.

Golpeó, golpeó y golpeó hasta que consiguió abrir una grieta por la que metió el brazo para agarrar a su compañero y salvarlo.

A los pocos minutos, avisados por los vecinos que habían oído los gritos de socorro, llegaron los bomberos.

Cuando les contaron lo ocurrido, no paraban de preguntarse cómo aquel niño tan pequeño había sido capaz de romper una capa de hielo tan gruesa.

- Es imposible que con esas manos lo haya logrado, es imposible, no tiene la fuerza suficiente ¿cómo ha podido conseguirlo? - comentaban entre ellos.

Un anciano que estaba por los alrededores, al escuchar la conversación, se acercó a los bomberos.

- Yo sí sé cómo lo hizo - dijo.

- ¿Cómo? - respondieron sorprendidos.

- No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.

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Tags: Libros
27 oct 2015

Lista de deseos

Pongo a continuación una pequeña lista de deseos que, como todo buen deseo que se precie, pretendo conseguir :-)

El orden no indica preferencia, más bien antigüedad en la lista (el último es el más antiguo, voy agregando al principio).

¡Gracias!

Tags: Juegos-Deportes Libros Software
18 mar 2015

Lo que encontré bajo el sofá

Comparto con Eloy Moreno la manera de sentir la vida. Me refiero al Eloy Moreno autor. Y lo descubrí cuando leí su primer libro: “El bolígrafo de gel verde”. Como ya escribí aquí, no sólo ciertos pasajes fueron capaces de hacerme sentir el dolor más encarnizado, sino que durante toda la historia fui presintiendo el compartido mensaje que acaba derramándose en las páginas finales.

Si tras leer un libro uno se siente crecer, tras leer “El bolígrafo de gel verde” yo me sentí distinto y más sereno, auténtico. Fue el aldabonazo que me empujó a poner en pie cierto orden de prioridades que me ayuda a caminar despacio.

Y a poder dormir tranquilo.

Lo que encontré bajo el sofá

Llevaba tiempo queriendo leer su segunda novela: “Lo que encontré bajo el sofá”. Pero no fue hasta este invierno cuando le hice un pedido directo a través de su página web (junto con un ejemplar del “original” “El bolígrafo de gel verde” –lo leí en uno prestado- y algunas tacitas que nos acompañan ahora).

La novela se desarrolla en un entorno privilegiado para el misterio: Toledo. Y, aprovechando la grandeza temporal y espacial de dicha ciudad, Eloy, a través de dos de sus personajes se convierte en nuestro “guía turístico personal”, mostrándonos los entramados de callejuelas y cobertizos, los rincones, sus leyendas… y tejiendo el argumento de su novela.

Esta vez me ha costado mucho identificarme con algún personaje, cosa que siempre acaba metiéndome más en la historia, y me ha costado también avanzar e ir digiriendo la novela. Me atrevo a resumir la trama principal como un sumatorio de vidas insatisfechas que nadie se atreve a romper, a cambiar, por la pesada carga acumulada de vivencias, decires y miedos. Vidas insatisfechas que casi todas acaban rompiendo contra alguna infidelidad. Que se convierte en secreto. Que se convierte en dolor. Ya sea porque se sigue viviendo como no se quiere o porque no se consigue vivir lo que se desea. Sintiéndolo al alcance de una sola decisión.

Esta generalización de vidas acaba transmitiendo una atmósfera demasiado viciada, irrespirable y que, en esta ocasión, comparto poco. No ya tanto como negación de la realidad sino como efervescente deseo de que no haya tal cantidad de seres tan desgraciados.

La novela permanece pegada a nuestro tiempo entremezclando dos historias “reales” (en tanto en cuanto las vemos y leemos en nuestros coetáneos medios de comunicación): un acoso escolar que acaba… ¿bien resuelto!; y un retrato social de la corrupción política, la falta de escrúpulos personales y el enfurecimiento de un pueblo que no sólo se siente engañado sino esquilmado por los que deberían ser sus servidores. Buen testimonio novelado de la historia reciente que entre todos seguiremos irresponsablemente perpetuando.

Por último, me quedo, sin lugar a dudas, con lo que para mí ha sido el descubrimiento de algunas leyendas y otra de las historias que encierra la novela que más se parece a estas, y que, si bien su génesis se cimienta en otra posible infidelidad, su desarrollo y conclusión encierran la mayor historia de amor de todo el libro, tan triste e insoportable que acaba destrozando la mente de su protagonista, pero tan llena de símbolos y énfasis que acaba haciendo brotar alguna lágrima en nuestros corazones.

Lo encerrado en estos dos últimos párrafos ha sido lo que ha ido tirando de mí desde el principio hasta el final; lo que ha conseguido mantenerme en la novela sobre las ganas de abandonarla por tanta vida aciaga.

Y concluyo dejando aquí casi el principio del libro. Un párrafo que subraya mi sintonía con la forma de sentir del autor:

“Con el paso del tiempo he comprendido que no hay secretos más difíciles de guardar que los propios, porque éstos, a pesar de creerlos controlados, saben cómo ir atravesando las grietas de nuestra conciencia. Los ajenos, en cambio, basta con abandonarlos en cualquier rincón de la mente y allí ellos mismos se van olvidando, van desapareciendo entre los silencios y las mentiras, entre las prisas y los días… pero los propios… los propios te persiguen en cada pensamiento”.

Y es que, no hay nada más difícil de gestionar que una mentira. Lo difícil no es mentir sino gestionar dicha mentira. Quizá los secretos no sean más que una mentira inacabada.

Ficha:

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Tags: Libros
28 ago 2011

Lecturas de verano 2011: El bolígrafo de gel verde

Mi música para este libro es "Don't live me now" de la extraordinaria banda "Supertramp", porque me desgarra tanto la fuerza de los instrumentos y el grito llorado de Roger Hodgson como lo ha hecho el libro.

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El libro, del que ya hablamos aquí, comienza así:

Una vida -cualquiera- se resume en una serie de acontecimientos especiales, de puntos y aparte. Puntos que, por más tiempo que transcurra, permanecen intactos en la memoria, remanentes hasta el mismo día en que nos alcanza la muerte.

No suelen ser hechos trascendentes, sino simples momentos tan insignificantes para cualquier otra persona como especiales para uno mismo: el primer "te quiero", la muerte de un familiar o la muerte de un ser querido, la frontera que traza el primer "usted", el temblor de piernas incontrolable tras un accidente, las noches pasadas en un hospital prometiendo cosas a un dios que después olvidas, el primer beso en los labios o el primer beso en la boca -nunca es lo mismo-, la peor discusión con tu mejor amigo, ver tempranear el sol, la cicatriz más grande del cuerpo, el brotar de una vida, las noches en casa de los abuelos, descubrir que una pesadilla ha sido una pesadilla o la primera vez que comprendes que siempre que alguien quiere comprar hay alguien que, al final, vende.

Al terminar de leer ese párrafo fue la primera vez que cerré el libro y me quedé un rato pensando. La vida, ¿qué es la vida? Simplemente eso.

El libro está escrito en forma de diario y, por tanto, de forma autobiográfica: a cada fecha concreta, a cada hora de dicha fecha, le sigue un relato en primera persona del protagonista: un informático que trabaja en el departamento de desarrollo software de una empresa. Un informático que va sufriendo día tras día el ritmo infernal al que nos somete la actual sociedad de consumo.

Hace años que tuvimos que contratar a alguien que hiciera lo que nosotros no podíamos. Nos ha faltado siempre tiempo. Nos ha faltado tiempo porque hemos tenido que trabajar demasiado. Hemos tenido que trabajar tanto porque, hoy en día, para todo se necesita dinero. Dinero para mantener a un niño al que apenas veíamos; dinero para contratar a una persona que nos limpiara la casa en la que apenas estábamos; dinero para vivir una vida que no hemos disfrutado. Todo tan circular, todo tan ridículo.

Un informático que, como si de una aguja más de un virtual reloj terrestre, cada día traza puntual (incluso en los retrasos, en las prisas posteriores, en los nervios, en los golpes al claxon…) todo su recorrido, de forma exacta, confundiendo lo importante con lo irrelevante, como hacemos todos más veces de las que debemos.

Un informático que se adentra en el mundo del dolor más sublime: aquel que jamás puede ser desprendido, aquel que es fruto de una pérdida irrecuperable, aquel que te deja todo un mundo plagado de emociones que mientras estaban no llegabas a apreciar con todo su sabor, con todo su significado, que incluso despreciabas por la rutina que acaba envolviéndolo todo:

Jamás podré expresar el dolor que llegué a sentir bajo aquella manta. Jamás podrá nadie comprender la dureza de la realidad en estado puro. Débil, abatido, derribado, dejé, sin oponer resistencia, que la tristeza comenzase a enraizarse en mi cuerpo. Unas raíces que, en su crecer, rozaron las partes más sensibles del recuerdo: la lucha por las sábanas en plena madrugada; las tres cucharadas de azúcar en el café; el primer beso del día bajo la puerta, antes de separarnos; el segundo al regresar a casa, de noche; el tercero, el que nos dábamos por rutina antes de cerrar los ojos; el yogur con trozos de chocolate; el disimular de unas lágrimas que le asomaban apenas aparecía una escena romántica en cualquier película; el correr por las mañanas para, de un salto, subirse en nuestra cama; su sonrisa incondicional al verme llegar por la noche; la lucha diaria para que se acabase de tragar la comida; sus primeras palabras; sus pequeños ojos mientras dormía, mientras dormían ambos…

Una lectura demoledora para un mes de vacaciones. Una lectura que más de una vez me ha hecho sentir tres puñales clavados en mi pecho. Una lectura que, ¡ojalá!, haya reafirmado en mí todo aquello que de verdad importa.

Y, para aquellos que os sintáis atraídos y queráis leer el libro, no leáis el siguiente recuadro azul pues creo que en él está la clave de todo, no la trama ni el argumento del libro, sino el quid último de todas nuestras vidas de ciudad de siglo XXI de productividad entredicha de carreras de infartos y continua competición por todo:

Hay una palabra capaz de resumir todo un cambio de vida: tiempo. Tiempo para conocer nuevos lugares; tiempo para disfrutar por las mañanas de unas caricias, por las noches de unos roces más profundos. Tiempo para hablar de problemas y soluciones, para besar en cualquier parte del otro cuerpo, para aprender cosas que enseñar a los demás, para saber que los niños siempre desean jugar con sus padres, para leer y disfrutar haciéndolo, para perderlo porque se tiene, para disfrutar de la soledad, para estar en compañía…

Cuando las cosas no van como esperamos, nos empecinamos en cambiar de personajes, cuando lo único que hay que hacer es cambiar de historia.

Salud para intentar seguir viviendo.

Datos: "El bolígrafo de gel verde" de Eloy Moreno. Espasa Narrativa. 1ª Edición: enero de 2011. 6ª Edición: febrero de 2011.

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Comentarios

elradioplanner (no verificado Lun, 29/08/2011 - 00:02)

¿Pero te ha gustado o no? A mi no sé… tras las primeras páginas me esperaba más, la verdad. Por un lado, los libros (o pelis) que transmiten su mensaje de una forma tan directa y explícita siempre me dejan un poco frío, como que te lo ponen en bandeja y de alguna forma pierden valor (intelectual) para mí. Quiero decir, que para contar tu idea de la vida de forma literal, haz un ensayo pero no una novela. Por otro lado, el estilo del libro también me acabó cansando un poco, siempre adelantando las consecuencias de los acontecimientos. Ese recurso puede estar bien una vez o dos, pero no con la asiduidad con la que lo utiliza el autor. No quiero destripar el final, pero también me pareció un poco hiperbólico (por el lado de la acción, no por el de los pensamientos o sentimientos del protagonista).

En fin, la temática no puede ser más actual y cotidiana, una especie de naúsea existencialista que en mayor o menor medida todos sentimos, y el libro es entretenido, con algunos pasajes memorables y otros agobiantes, pero para mí le falta… ¿sutileza?

Godofredo Fdez. (Jue, 22/09/2011 - 21:23)

A nadie le gusta sufrir, ¿o sí? Estuve pensando cómo transmitir la respuesta a tu pregunta. Es complicado responder con este tipo de historia entre manos. He sufrido mucho. Eso no me gusta (disto mucho del masoquismo) aunque sepa que exista el dolor y, en ocasiones, resulte inevitable. Creo que el libro puede ayudarnos a despertar lo cotidiano y, aunque creamos que no, este tipo de cosas nos van calando y nos ayudan, confío, a ser mejores con nosotros mismos y con los demás. Por eso, sí que le doy su valor. Entiendo que es difícil de recomendar un libro así… es como desearle a tus amigos que sufran pero por otro lado que ¿aprendan/valoren?.

Respecto al estilo creo que en parte comparto tus comentarios y en parte no. La novela se ha caracterizado por ser un género donde ha cabido todo: desde la realista del siglo XIX a la "mágica" de Isabel Allende… por tanto una novela con estilo autobiográfico, de diario íntimo, no tiene por qué no tener cabida. Si fuese más sutil creo que sería otra novela. Sí que puedo estar de acuerdo con tu opinión respecto a los continuos "ejercicios de anticipación", de hecho, muchos de ellos para mí han sido innecesarios porque mi propia mente ya los imaginaba… creo que ahí sí que hay que darle más libertad al lector y "abusar" menos de ellos.

El final me gustó… seguir hablando de él lo destriparía, pero tú, que me conoces, sabes a lo que me refiero.

Muchas gracias por compartir tu comentario y tu ¡RT! }:)

Godesa (no verificado Lun, 29/08/2011 - 02:05)

Un post con una enorme carga emocional, no se si paralela al libro o amplificada por tu propio esqueleto interno y una banda sonora desesperada elejida para clavarse más aún.

Godofredo Fdez. (Lun, 29/08/2011 - 14:22)

Sobre la carga emocional, qué puedo decirte, de las dos cosas seguro que hay.

De la banda sonora no la elegí yo, fue ella a mí, fue ella la que eligió al libro ;-) Pero sí, ese tema es impresionante, desde el arranque hasta la finalización. Es de los que se escuchan muchas veces y en cada una de ellas podrías destacar un detalle: el piano, un golpe de batería, el saxo, la voz…

Gracias por tus líneas…

Tags: Libros Refinar
17 may 2011

El bolígrafo de gel verde

Hoy, mi querido compañero SanNico, me ha regalado un buen momento. Ha compartido conmigo uno de los personajes del libro que se está leyendo. El libro es el que figura en el título de este artículo. Su autor: Eloy Moreno.

En la página 101 del libro aparece el siguiente párrafo:

No le llamamos Godo porque tenga unos kilos de más o una 'r' de menos, no, eso es una pequeña broma suya. La razón es que Godofredo es un nombre muy 'fredo', como dice él con su permanente sentido del humor. Godo es capaz de jugar con las palabras como quien juega con los dedos. Tiene una de las mentes más creativas que he conocido, es una persona en el lugar equivocado. Godo podría ser escritor, escultor, cantante, en fin… artista de cualquier tipo, pero ha estado desaprovechando su vida entre líneas y líneas de código.

¿Habrá estado Eloy (a quien no conozco de nada, creo) observándome por una mirilla? ¿Estará el personaje basado en un "caso real"? ¿Seré yo?

No, hay cualidades que no tengo, por desgracia. Y aunque refleja algunas cosas que me suelo preguntar de vez en cuando, creo que la respuesta no es exactamente la misma. }:)

Un libro más a la cola de lectura.

Datos: "El bolígrafo de gel verde" de Eloy Moreno. Espasa Narrativa. 1ª Edición: enero de 2011. 6ª Edición: febrero de 2011.

Actualizado: posteriormente a escribir este post, leí el libro. Puedes encontrar una entrada más extensa en este mismo blog, aquí.

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Comentarios

jfc (no verificado Jue, 26/05/2011 - 09:30)

Coincidencias Jejeje… Me parece muy muy curioso…quizás el autor te conozca aunque tu a èl no. Quizás un antiguo alumno, o algun compañero…

Anonymous (no verificado Vie, 27/05/2011 - 20:30)

Que bueno… Esta mañana estaba pensando precisamente en este libro. Ahora fijo que me lo pongo también en mi "cola de lecturas", sabiendo que aparece tu alter ego.

Tags: Libros
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