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“Si yo soy yo porque tu eres tu, y tu eres tu porque yo soy yo, entonces ni tu eres tu, ni yo soy yo”. Esta frase cuadra muy bien con la de todos conocido "si yo soy tu y tu eres yo ¿quien es mas tonto de los dos?".jejejejej
La frase (que no quien la dijo), está muy bien porque en lo profundo no sabemos quienes somos, somos en la medida que nos comparamos con el otro, pero esto pierde el poco sentido que pudiera tener, cuando los demás hacen lo mismo con nosotros.

Ese sentido ilusorio del ser es lo que Albert Einstein, con su percepción profunda no solamente de la realidad del espacio y el tiempo sino de la naturaleza humana, denominó "ilusión óptica de la conciencia". Esa ilusión del ser se convierte entonces en
la base de todas las demás interpretaciones o, mejor aún, nociones erradas de la realidad, de todos los procesos de pensamiento, las interacciones y las relaciones. La realidad se convierte en un reflejo de la ilusión original.
Pues bien, esa identidad a la que llamamos YO con la cual nos relacionamos normalmente es lo que también podríamos llamar ego.

Una relación genuina es aquella en la cual no domina el ego con su búsqueda del yo y su creación de imágenes. En una relación genuina hay una corriente de atención sincera y alerta hacia la otra persona, en la cual no hay sensación alguna de deseo. Esta atención alerta es la Presencia. Es el requisito para toda relación auténtica. Pero ¿nos relacionamos así normalmente?, ¿estamos viendo de verdad a la otra persona o son las imágenes las que se relacionan?.

Una de las estructuras mentales básicas a través de la cual entra en existencia el ego es la identificación. El vocablo "identificación" viene del latín "ídem" que significa "igual" y "facere" que significa "hacer". Así, cuando nos identificamos con algo, lo "hacemos igual". ¿Igual a qué? Igual al yo. Dotamos a ese algo de un sentido de ser, de tal manera que se convierte en parte de nuestra "identidad". En uno de los niveles más básicos de identificación están las cosas: el juguete se convierte después en el automóvil, la casa, la ropa, etcétera. Tratamos de hallarnos en las cosas pero nunca lo logramos del todo y terminamos perdiéndonos en ellas. Ese es el destino del ego.

Partiendo de esto, partiendo de esta falsa percepción de lo que somos que habitualmente todos tenemos, ¿Qué es lo que puede salir perjudicado en una supuesta invasión de lo que llamamos intimidad?. Tanto en la vida “real” como en que podemos llamar virtual, que por cierto, puede llegar a ser como un sueño dentro de otro sueño. ¿Qué es lo que tememos?. ¿Qué hay en el fondo del miedo al ridículo?.
Entiendo que la seguridad, la privacidad en Internet, es o debiera ser, la misma que en la vida real. Creo que hay un miedo exagerado cuando se habla de Internet, cuando los riesgos son idénticos que en de la vida real.
En la vida real también puedo coger una foto tuya en situación, digamos, comprometida y pegarla en los alrededores de tu casa. Quizás en Internet sea mas fácil, pero en la vida real es mas efectivo, porque al hacerlo así, seguro que la van a ver personas cercanas de tu entorno. Pero en ninguna de las dos, mi verdadero ser se va a ver comprometido. Es mi imagen, mi ego, el que sale dañado.

Resumiendo, estoy diciendo dos cosas, por un lado el riesgo me perece idéntico en Internet que en la vida real y por otro lo que tratamos de proteger tanto en un plano como en el otro, es nuestro ego, nuestra imagen, no lo que verdaderamente somos.

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