En estos días post-electorales he leído y escuchado muchas opiniones sobre los resultados de la jornada del 27-M. Estos iban desde “el todos ganan” hasta “el todos pierden”, obviamente, la ligera variación del matiz ;-) dependía de la fuente.
Y uno, que no acaba de acostumbrarse al gallinero, tenía que sacar sus propias conclusiones. Pero en este artículo no pretendo contar las mismas, con lo que contribuiría a elevar el volumen del citado cacareo, sino que quiero llegar un poco más allá: cuestiono la representatividad de nuestro sistema electoral, y así, los pilares de nuestra ¿democracia?
Observo una y otra vez a mucha gente que se complace de vivir en este sistema político y, como si hubieran llegado a lo más alto de una montaña, como si no hubiera nada más allá por encontrarse situados en la cima, adoptan una postura complacientemente pasiva que les evita mayores quebraderos de cabeza. Entendería esto, si acaso, en personas muy mayores que lucharon para librarse de la dictadura y que, a estas altura de su vida, pueden satisfacerse mirando el logro conseguido. Pero nosotros, los hijos de ese logro, ¿no deberíamos cuestionarlo, de forma positiva, y luchar por conseguir mejorarlo aún más? Porque si no, ¿cuál será el nuestro?
En fin, estudiando la siguiente tabla de votos y concejales obtenidos por los diferentes partidos políticos, me sorprendió muchísimo la relación existente entre estos.
Me pregunté entonces, ¿cuál fue el valor de mi voto? Y desde aquí fue fácil saltar al planteamiento general, ¿cuánto vale un voto según la opción elegida?
Dividí el número de escaños de cada fuerza política entre el número de votos obtenidos y multipliqué el resultado por un factor (100.000) evitando trabajar con decimales del tipo 0'00001678. Resultando la siguiente tabla, ya ordenada por la columna “Valor del voto”.
* La “fuerza media” de un voto, el valor de éste, en la elección de un escaño fue 0'0000126. Esto quiere decir que harían falta 79.516 votos de dicha “fuerza” para la obtención de un escaño.
* Podemos destacar 5 partidos (EAJ-PNV, NA-BAI, PP, PSOE y CC) que están claramente por encima de dicha media, lo que quiere decir que un voto destinado a estos partidos tuvo mucha más fuerza, valió más, en la elección de un diputado para los mismos. Y, claramente, el más favorecido fue el EAJ-PNV, obteniendo un diputado con tan solo 59.593 votos. .
* Otros tres partidos (EA, ERC, y CIU) estuvieron en torno a esta media. Es fácil ver como a EA le costó su diputado 80.613 votos mientras que a CIU le costaba 82.904.
* Y tres partidos estuvieron por debajo (CHA, BNG e IU). El más perjudicado fue IU: la fuerza de un voto destinado a esta formación fue de tan solo 0'00000394, costándole un diputado 253.906 votos.
El lector avezado en matemáticas a estas alturas ya habrá detectado el porqué del título de este artículo: “Democracia Secuestrada”. Veámoslo:
Queda demostrado así que ni tan siquiera somos iguales cuando votamos.
Creo que este efecto maligno se da por la confluencia de dos causas: la causa original es la falta de proporcionalidad existente en el algoritmo de cálculo de escaños según número de votos obtenidos (lo veremos a continuación en el “Análisis de la proporcionalidad”), la causa reforzadora, mucho más perniciosa, es el cómputo territorial de los diputados (lo analizamos en “Análisis de la territorialidad”). El efecto conjunto es demoledor.
Análisis de la proporcionalidad
Veamos aquí el algoritmo del sistema electoral elegido. Reconozco que ha de haber gente que de esto sepa mucho más que yo, es por eso por lo que no me voy a extender proponiendo uno mejor. Pero sí que me gustaría dejaros un ejercicio que he elaborado consultando información en Wikipedia sobre un par de sistemas: Sistema D'Hondt (el que se utiliza en nuestro país) y el Método Sainte-Laguë Puro, ambos comparados con el Sistema “Proporcional Puro” (cálculos realizados por mi utilizando las mismas premisas que las que utilizan en los cálculos de los sistemas anteriores en la Wikipedia, para que así fuera posible la comparación entre todos). Este último, el “proporcional puro”, asigna el mismo porcentaje de escaños que el obtenido en votos, pero es imposible de llevar a la práctica por la inexistencia de “hombres con decimales”.
Análisis de la territorialidad
Para ver el efecto que produce el cómputo de los votos por circunscripciones hemos partido de los datos que se produjeron en las elecciones generales de 2004 tanto en Andalucía como en el País Vasco, hemos construido un pseudopaís compuesto únicamente por estas dos comunidades, y hemos analizado el efecto de elegir un congreso de los diputados de forma territorial y de forma global.
Aquí podemos ver lo que ocurrió en Andalucía en las elecciones de 2004:
Recojo a continuación algunas opiniones más sobre el mismo tema:
“Es curioso como tantos y tantos defensores de la democracia no hayan reparado en estos datos de 1996: al PP le costaba un diputado 48.820 votos; al PSOE 66.841; a CiU 7.219; al PNV 6.379 y a Izquierda Unida 125.570. Lo de un hombre – o una mujer – un voto como fuente de la legitimidad democrática está bastante adulterado por las hectáreas y los sistemas electorales.” -- Julio Anguita (“El tiempo y la memoria”, página 180).
“...o la ley electoral, manifiestamente injusta de unos españoles con respecto a sus compatriotas...
...beneficiando a los pequeños partidos nacionalistas, que acabarían obligando a los grandes a someterse al chantaje, es decir, conduciendo a una desigualdad manifiesta entre unos y otros electores.
...el bipartido no quiere ni oír hablar de una mayor democracia electoral, por si, aunque a alguno le vaya hoy mal, siempre piensa que mañana le cambiará la suerte.” -- José Luis Balbín (Editorial de la revista “La Clave” nº 319).
“...Y este mercadeo por tocar el poder como sea y a costa de lo que sea viene propiciado por la funesta ley electoral, que es literalmente una estafa a los votantes, que ven emerger de los cambalaches de los partidos a ciertos ocupantes de algunos cargos que jamás hubieran triunfado en una votación directa.” -- Luis González Seara (Artículo de opinión en “La Clave” nº 320).
“...Todos saben que la ley electoral no garantiza el voto, igual, libre, secreto, ni la proporcionalidad representativa, que no hay igualdad de oportunidades ni transparencia, menos aún el que se responda ese día, de todas las tropelías y en consecuencia el sistema degradado deja hacer mangas y capirotes con la voluntad popular a las oligarquías de los partidos. No importa, pues sin esas trampas, profundizando la democracia, se irían al paro simplemente por inútiles, cuando no por sinvergüenzas.” -- Pablo Castellano (Artículo de opinión en “La Clave” nº 320).
"Somos un nuevo partido, nacido para representar a los ciudadanos españoles que desean impulsar un profundo cambio político mediante la Reforma de la Constitución y de la Ley Electoral para regenerar el sistema democrático, superar el “bipartidismo imperfecto” que ahora prima a los partidos nacionalistas, y luchar por la libertad y la igualdad efectiva de los ciudadanos españoles ante la ley con independencia de sus ideas, fortuna, lugar de residencia o lengua materna." -- UPD (presentación del partido Unión Progreso y Democracia, 29 de septiembre de 2007).
Y tú, ¿qué piensas?
...¡Muévete!
Actualización: El partido UPyD propone la reforma de la ley electoral para disminuir estos perniciosos efectos. Puede ver su propuesta aquí.