En el anterior artículo dejábamos el tema preocupados por la información que, algunos queriendo y casi todos sin querer, acabamos cediendo a terceros. Y si a muchos ya os sorprendía la cantidad y tipo de información que “compartimos” alegremente: “historial de búsqueda en los navegadores, lugares físicos y lógicos que visitamos, análisis de nuestros correos, historial de llamadas… ¡”nuestra propia voz”!”, cuando de verdad vais a alucinar es cuando os preocupéis de todos aquellos programas que, una vez instalados en vuestras máquinas, abren conexiones salientes (desde vuestra máquina hacia Internet) buscando algún servidor donde “obtener/verter información”. Y actúan “en blanco” (como podría ser aquella necesaria para tener accesos a actualizaciones de seguridad) o “en negro” (como podría ser aquella que nos roba un “malware” que escanea nuestros documentos o pulsaciones de teclas o “pantallazos” cuando accedemos a nuestra banca por Internet).
¿Qué podemos hacer para intentar detectar la información que escapa, que sale, de nuestra máquina?
Pues no es nada fácil. Son tantas las rendijas que cerrar y técnicas para evitarlas que resolver el problema de forma total es imposible.
Si me leéis habitualmente estaréis acostumbrados a vivir con el riesgo. Y a gestionarlo. Si de verdad lo has interiorizado estarás relajado y disfrutando del viaje ;-). Significa esto que no hemos de hacer nada… hombre no, tampoco es eso.
Decíamos aquí que todo comienza con la monitorización. Monitorizar es como ir encendiendo luces en un gran edificio donde habita el miedo aliado con la oscuridad.
Pero también hay que actuar. Hoy os presentaré a nuestros amigos: los “proactive firewalls”.
El concepto de firewall/cortafuegos surgió para aislar la “conectividad total” entre dos mundos: el interno (que supuestamente nos pertenece y queremos controlar) y el externo (Internet en toda su anchura).
Así, los firewalls corporativos se sitúan justo en la puerta (o puertas) de conexión de la organización a Internet, emanando de aquí el concepto de perímetro (delimitan lo interno de lo externo) que acaba refinando su nombre: firewalls perimetrales. Su objetivo, grosso modo, era limitar las conexiones que desde el exterior se podían realizar hacia el interior: qué máquinas y qué “servicios” dentro de estas eran alcanzables; y así evitar el descubrimiento de la topología, del mapa de red/servicios, que facilitaría mucho el ataque definitivo y mortal.
En el mundo personal recuerdo cuando los sistemas operativos de Microsoft venían sin firewall y cualquier PC conectado a Internet era pasto de las llamas: esos fatídicos días en los que un PC recién instalado, todo limpito él, se conectaba a Internet con un modem, recibía una IP pública y… ¡Tachán! En menos de 30 segundos te habían escaneado, descubierto una vulnerabilidad y estabas infectado... ¡Tiempo perdido! ¡A reinstalar! No recuerdo ahora mismo si fue el blaster, el sasser o gusanos similares los que sufrí en mis propias carnes, personal y profesionalmente (redes corporativas enteras “tumbadas” porque no podían resistir el volumen de tráfico ocasionado por la “replicación incesante”).
Hoy en día la necesidad de un firewall en todo tipo de topologías y sistemas es irrenunciable. Lo flipo cuando aún escucho a “Tarzanes desnudos” clamando contra esto. En fin, me tranquilizo cuando lo comparo con los que claman contra las vacunas, pero este es otro tema. Doctores tiene la iglesia.
Entonces, ¿vale cualquier firewall? ¿Basta con parar las conexiones entrantes?
Uuuummm, si habéis estado atentos, si leéis a conciencia, ya tenéis la respuesta...
Piensa…
Piensa…
Sigue pensando…
¡NO! ¡NO! ¡NO! …Un NO como un PIANO ;-).
Un firewall debe vigilar tanto lo que entra (¡por supuesto!) como lo que sale: lo que nos roban, lo que compartimos sin querer…
Y los firewalls que hacen esto, ¿cómo se llaman? Pues se llaman de muchas formas, o más bien va implícito en muchos nombres, pero a mí la que más me gusta es: “proactive firewalls”. Proactivo implica anticipación. Y veréis a continuación por qué este concepto está justificadísimo en el nombre.
Las tripas de estos “proactive firewalls” no son muy diferentes a las tripas de los tradicionales, de hecho, la tecnología básica es la misma: monitorizan e interceptan. Es decir, un firewall tradicional también serviría para filtrar conexiones salientes, pero tendrías que ir haciéndolo a mano, cosa que no es ni abordable ni escalable. El refinamiento, la disrupción que aportan los “proactive firewall” es esta: están vigilando todas las conexiones, entrantes y salientes, y cuando detectan una saliente “te preguntan” (esto es configurable, a mí me gusta que me pregunten) si quieres permitirla o no. Así, un sólo click configura una regla: permite o deniega.
Ejemplos:
1.- El Windows Update quiere actualizar el sistema. Se detecta la conexión saliente. Me avisa. Estoy trabajando en algo que he de entregar dentro de una hora y no quiero ni siquiera que se descargue la actualización. Bloqueo.
2.- La aplicación Mozilla Firefox quiere conectarse a Internet para… Acepto.
3.- El Internet Explorer quiere conectarse a Internet para… Bloqueo (nunca uso Internet Explorer, así que lo bloqueo para evitar que sea utilizado por “un proceso” oculto que pueda sacar información, o si en un despiste mío lo abro e intento conectarme a Internet con tan mala suerte que el servidor al que me conecto está comprometido y explota una vulnerabilidad conocida de Internet Explorer para infectarme). Podéis cambiar “Internet Explorer” por cualquier otra aplicación. No os quedéis con el dato concreto sino con la idea general.
4.- La aplicación X quiere conectarse a Internet y… ¿la aplicación X? ¿Y esto? ¿Yo instalé esta aplicación? Busco en Google… ¡jolín, ya me han infectado! ;-). Bloqueo y muy probablemente “acabe reinstalando” :-(.
OK, Ok, me has convencido pero, ¿cómo lo hago?
He probado muchos productos y el que más me gusta es este “Eset Smart Security” (recuerda que todo lo que escribo aquí es a título personal, no tengo comisión ni presión ni decoro…:sick:) por lo visual y, sobre todo, por lo poco que carga al sistema base.
Cuando detecta algo nos informa. Por ejemplo, si actualizo el CCleaner hay una conexión a Internet y una modificación del ejecutable:
Intento de conexión:
Aplicación modificada (por una actualización en este caso, lo sabemos porque lo hemos provocado nosotros o una autoactualización -previamente hemos autorizado que se conecte a Internet para descargarla-, pero pensad que podría haber sido modificada por un virus, lo que nos alertaría, ¿no?):
Y además permite monitorizar todo el tráfico saliente en tiempo real, conociendo qué aplicación lo provoca (zoom sobre lo que ya vimos aquí):
También he visto esta otra aplicación, WFN (Windows Firewall Notifier), que “se integra con el firewall de Windows tradicional” y lo convierte en un “proactive firewall”. No la he probado pero tiene muy buena pinta: http://wfn.codeplex.com/
Sobre los “proactive firewalls” se construyen conceptos más avanzados: next generation firewalls, applications firewalls, etc., que ya iremos abordando desde un punto de vista “más profesional”.
Y para ir terminando, recuerda que no existe la seguridad 100%. Que todo lo dicho aquí puede ser “bypassed”/puenteado con una programación suficientemente profunda y hábil. Que si van a por ti estás muerto. Pero mientras sigamos siendo “hombres-masa” tomar estas precauciones nos ayudará a estar ligeramente más seguros o, lo que es lo mismo, disminuir el riesgo.
¿De verdad que vas a seguir sin tener un “proactive firewall”? ¿Ya lo tienes? ¿Tienes dudas? ¿Crees que he olvidado algo? ¿Me ayudas a aprender más? Déjame tu comentario, por favor.
¡Gracias!
23-08-2021 NOTA: últimamente el software de firewall proactivo que estoy utilizando en mi ordenador con Windows 10 es la versión free de este: http://www.sphinx-soft.com/Vista/order.html. Junto con el antivirus del propio Windows 10, también gratis, forman una pareja "suficientemente perfecta" para asegurar el sistema.
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