Pensamiento

Pues ya ves, este es mi, "nuestro" (no te enfades ;-) ), rincón en internet. Hasta él he llegado con el ánimo de compartir todo aquello que tengo y que merece la pena ser compartido (que tampoco es mucho: de momento unas cuantas palabras y poco más).

De mi intimidad no voy a hablar mucho (para no cansar -y porque tampoco me dedico a desnudarme en cualquier sitio- ...aunque toda persona tiene un precio :-) ). Sólo un par de datos (porque tendrán que ver con los temas que vaya dejando en este rincón): soy Ingeniero de Telecomunicación (gracias a lo cual -y al estar colegiado más bien- dispongo de este cachito de espacio en "La Red") e intento no ser "integrista" que tan de moda está ahora: unos con las religiones, otros con el fútbol, con los partidos políticos, los nacionalismos... en fin. ¿Por qué tanta gana de distinguirse? ¿Por qué ese ánimo por "dividirse" en lugar de "integrarse"? Vaya, ironías del lenguaje, parece que "integrismo" significa justo lo contrario de lo que lógicamente debería significar ¿Por qué es esto así D. Lázaro Carreter? (este nombre -siempre con el permiso no solicitado de su dueño- lo he puesto para "incordiar" a los buscadores: cuando alguien busque en google "Lázaro Carreter" seguro que aparece esta página, en donde, seguro, no encontrará lo que está buscando ;-) ).

A continuación voy
a realizar una breve reflexión (al final no me ha quedado tan
breve pero espero que sí completa) sobre las patentes de
software y sobre la influencia que estas tendrán en un futuro
inmediato en la forma de concebir el trabajo con nuestro ordenador
personal, principalmente, en nuestras empresas, por ende, y en

Creo que no viene mal mantener, al menos durante esta época inicial (que no sé cuanto durará), una presentación de esta compartida bitácora como primera historia para tí, querido visitante. Con el objetivo de respetar tu tiempo: si este resumen te parece interesante continúa leyendo, si no, navega en busca de mejores islas donde atracar tu barca.

Compartida bitácora porque se debe al deseo de nosotros dos: Esther y Godo.

¿Se ha parado alguien a "notar" que cuantas más personas le llaman a uno por su nombre, más nítida es la percepción del lugar que ocupa en el mundo? Más aún, se va delimitando con agudeza qué imagen tienen el resto de los humanos acerca de ti. Con los aciertos de unos y los errores de otros a la hora de pronunciarte se adivinan las propias virtudes y carencias de uno mismo. Entre todos me van moldeando con las herramientas que les proporciono. Al existir yo para más personas, simplemente existo más. Mi nombre es Esther.