Dejar de ser para seguir siendo libres

La Clave de la opinión públicaEn estos días en los que, para algunos, hemos pasado de la "sociedad de la información" a la "sociedad del conocimiento", donde la libertad se reduce, si acaso, al espacio más íntimo aún contaminado por los grandes medios de comunicación, donde la verdad no importa porque ya es conocida de forma predeterminada, una isla de opiniones libremente expresadas y confrontadas, sin revanchas ni fanatismos, ha sido asolada por la imparable maquinaria económica: el semanario "La Clave" ha dejado de editarse.

Hace poco os presentaba aquí esta revista, a la que me había acostumbrado y a la que esperaba cada lunes en mi buzón. Era para mi un aliciente más, al llegar a casa cansado de esa vuelta al trabajo, encontrar la información debidamente clasificada y resumida, opiniones confrontadas que ensanchaban mi punto de vista sobre los manidos debates de actualidad, el buzear en el porqué de las cosas, del pensamiento, de la evolución...

Yo también me pregunto por qué en España, y supongo que en otros muchos sitios, no es posible llevar a cabo un periodismo de calidad, imparcial, no sectario y no neutral, que analice los hechos desde sus causas hasta sus consecuencias, que huya de lo barato, morboso y lo que vende, de la sangre, del terror, de la interminable crónica de sucesos macabros, con principio y fin en sí mismos según son presentados, en los que el interés general brilla por su ausencia y es devorado una y otra vez por lo alarmante de las imágenes y la brutalidad de los comportamientos. ¿Qué es si no esto los desfiles que se producen en cada Telediario, incluso en los públicos? ¿Por qué cuando se trata, por ejemplo, el tema de las interminables guerras que arrasan durante años regiones del planeta sólo se presentan los muertos y heridos sangrando? Hoy los de un bando que matan a los del otro y mañana al contrario, ¿qué pasa con el resto de las cuestiones que rodean esa situación?: ¿por qué se ha llegado hasta ahí? ¿cómo surgió ese conflicto? ¿quién financia a un bando y quién al otro? ¿de dónde consiguen las armas? ¿qué posibles salidas hay? ¿qué está haciendo la comunidad internacional para ayudarles? ¿cuándo se va a actuar? ¿dónde están los líderes de esos bandos y cómo pueden influir sobre ellos? ¿quiénes son? ¿qué intereses económicos y qué grupos de presión están detrás de todo esto? Y si nos centramos en asuntos más locales: ¿alguien es consciente de lo que aprueba el consejo de ministros? ¿cuáles son sus consecuencias y cómo acabarán afectándonos como ciudadanos de este país? ¿qué ayudas, becas, subvenciones, oficinas de información sobre temas específicos (creación de empresas, apoyo a la familia, formación, etc.) están en marcha? ¿qué programas culturales están activos y cuál es su oferta? ¿en qué problemas estamos inmersos y qué propuestas, debidamente razonadas y fundamentadas, se están barajando? ¿qué se ha debatido en el parlamento esta semana? ¿cuáles han sido las posturas de cada uno de los grupos? ¿y por qué? ¿qué iniciativas, qué reformas se están planteando en algunos sectores: justicia, trabajo, educación, sanidad...?

En fin, alguien tras terminar de ver un telediario se ha hecho la siguiente pregunta: ¿qué he aprendido de todo esto? ¿qué información útil para mí o para la sociedad en la que vivo me han transmitido? ¿me ayuda a vivir con menos problemas (en el sentido de aportar soluciones, vías de consulta o lugares donde acudir), más feliz? ¿sé a dónde acudir si pasa esto o lo otro? A veces dudo de si de verdad nos quieren mantener informados, y me siento inmerso en esa sociedad que nos contaban, por ejemplo, en V de Vendetta.

Quizá sea demasiado pretencioso, quizá aspire a un imposible.

La información sin análisis, sin un intento profundo de aproximación a la verdad y a la complejidad que encierra, no es más que manipulación. Una y otra vez nos manipulan vertiendo consignas y directrices de comportamiento ante unos determinados hechos sin contrastar. Es difícil encontrar fuentes de información que resulten útiles a estos propósitos.

Y "La Clave" era para mí una de estas fuentes. Una de esas fuentes que quizá haya decidido dejar de ser antes de perder su libertad y ser subvencionada a cambio de apoyo parcial por algún gran grupo mediático/político. Soy consciente de que esto es sólo una sensación romántica de consuelo: no puedo contrastarlo.

¿Dónde encontraré ahora reunidas a todas estas plumas a las que seguía? A la espera quedo desde ese lunes, 21 de julio de 2008, de volver a saber de vosotros.

Un abrazo y mucho ánimo para intentarlo de nuevo. Contad conmigo.

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